viernes, 20 de mayo de 2011

John Berendt, La ciudad de los ángeles caídos

Pensándolo bien, soy el único miembro de mi familia que no ha estado en Venecia. No sé si esto tiene algún significado, seguramente no. Quizá uno de los motivos sea el hecho de que disfruto enormemente con los viajes que me proporciona la ficción. Aunque nunca haya estado en Praga, por ejemplo, tengo la sensación de haber paseado por sus calles infinidad de veces de la mano de Kafka, de haberme metido en una de sus bulliciosas tabernas en compañía de Habral y de haber disfrutado de sus maravillosas puestas de sol bajo la atenta mirada de Seifert. Sin embargo, nunca he estado en Praga y mi familia sí, y no sé si ellos han disfrutado tanto de esa ciudad tan evocadora y extraordinaria como yo he conseguido hacerlo entre las cuatro paredes de mi habitación. Por lo tanto, se puede viajar con la imaginación, es más, recomiendo encarecidamente viajar con la imaginación, siendo en muchas ocasiones más reales y vívidas las experiencias narradas que aquello que podemos experimentar el día que decidimos visitar el lugar in situ.

La ciudad de los ángeles caídos de John Berendt es una de esas obras que nos transporta a un escenario supuestamente conocido por todos, en este caso a la legendaria Venecia. Su lectura, a decir verdad, ha hecho crecer en mí el deseo de visitarla en cuanto se presente la más mínima oportunidad. Debo renoconer que nunca me había atraído particularmente. La veía pasto de turistas y abuso de comerciantes sin escrúpulos. No la concebía más allá de su emblemática piazza San Marcos. El hecho de pasear bordeando canales de aguas turbias y, a veces, malolientes no contribuía a colocarla entre mis prioridades en cuanto a viajes a realizar (a todo esto debía sumarse mi fobia a cualquier tipo de aguas estancadas). Pero cayó en mis manos el libro de Berendt y me abrió las puertas a una ciudad desconocida y enigmática, que palpita tras las paredes enmohecidas de sus palazzi inaccesibles para el visitante ocasional. Quizá ese sea el motivo por el que deseo visitarla algún día, tal vez para intuir mínimamente aquello que viví de forma plena durante las horas de lectura, sabiendo de antemano que se trata de un cometido prácticamente imposible.

John Berendt nació en 1936 en Siracusa, en el estado de Nueva York. Su vida siempre ha estado asociada al periodismo, destacando su trabajo para algunas de las revistas más conocidas e influyentes en EEUU como Esquire y New York Magazine. Tras pasar ocho años en Savannah, en el estado de Georgia, publicó en 1994 su primer libro, Medianoche en el jardín del bien y del mal, que ocupó durante tres años seguidos uno de los primeros puestos de los best-sellers más vendidos en la lista elaborada por el New York Times. Este libro se basa en los acontecimientos que Berendt vivió en Savannah, siendo una especie de crónica social centrada en las extravagantes personas con quienes tuvo trato. Tanto aquí como en su siguiente obra, La ciudad de los ángeles caídos, descarta la ficción, tratando como verídicos todos los episodios que narra. En ambos libros - no podemos emplear el término novela - el autor desempeña la función de simple espectador y de cronista de aquellos sucesos que se desarrollan a su alrededor, siguiendo la estela que Truman Capote ya empleó en su mítica y desgarradora A sangre fría.

El segundo libro de John Berendt toma como punto de partida el incendio que se produjo el 29 de enero de 1996 en el Gran Teatro de Ópera de La Fenice. Inmediatamente, aunque de modo fortuito, el autor se instalará entre los canales del barrio de Cannagerio durante un tiempo indefinido para tratar de desvelar sus auténticas causas. Durante toda la narración este trágico hecho nos parecerá una mera excusa para centrarse en otros temas aparentemente secundarios. Berendt utiliza el episodio de La Fenice para adentrarse en la sociedad veneciana y conocer sus entresijos. Así pues, asistiremos a un desfile de encuentros con toda una serie de variopintos personajes que pueblan Venecia y que, como anuncia uno de ellos al inicio de la obra, no siempre dicen lo que en verdad quieren decir. De este modo, mientras dure su estancia en esta mítica ciudad italiana, nos pondremos al día sobre conflictos familiares, burocráticos y testamentarios. A lo largo de sus páginas asistiremos a las rencillas entre los hijos del famoso fabricante de cristal de Murano Archimende Seguso, a las divergencias entre la familia Curtis y la venta del piano nobile del palazzo Barbaro, residencia en la que se hospedaron personajes de la talla del escritor Henry james, a las discusiones entre los parientes de Olga Rudge (amante y pareja de Ezra Pound durante décadas) y el matrimonio Rylands sobre la fundación creada y dedicada al polémico poeta, y las disputas internas entre los miembros de la organización Save Venice, entre otros muchos protagonistas y otras muchas desavenencias.

A pesar de no alcanzar la excelencia de su obra anterior y de su clara inconsistencia estructural, John Berendt nos aporta un libro que entretiene y que logra mantener viva nuestra curiosidad por inmiscuirnos un poco más en un mundo del que, seguramente, nunca seremos partícipes. Aunque sólo sea por eso, tiene todo mi respeto como lector.