Con Mantícora he roto una de mis principales reglas como lector: si un libro comienza a aburrirte, déjalo y vete a por otro. Ya estaba advertido sobre la calidad literaria de esta novela dentro de la trilogía de Deptford. Todas las críticas la calificaban como la parte más floja. De momento, a falta de leer la última entrega, esas voces llevan razón.
Si el narrador de El quinto en discordia era Dustan Ramsay, amigo del fallecido-asesinado Boy Staunton, en Mantícora el testigo pasará a David Staunton, hijo del malogrado empresario. Con este nuevo narrador cambiamos de punto de vista e incluso de estilo. La novela está construida como una continua serie de sesiones de psicoanálisis que David Staunton, tras la muerte su padre, realiza para bucear en su propio pasado y en el trágico destino de su familia. Para ello viajará hasta Zurich, donde la doctora von Hallen asumirá el papel de sagaz interlocutora. Sus “confesiones” irán tejiendo un nuevo punto de vista sobre la historia, que en ocasiones coinciden y a veces difieren de la primera versión proporcionada por Ramsay. Poco a poco se irá completando parte de un fresco tan amplio como desconcertante, donde queda patente que términos como verdad o realidad se diluyen cuando entran en escena tantos matices y divergencias.
El colofón a la trilogía es El mundo de los prodigios. Veremos qué tal. Pero todas las voces de las que hablaba anteriormente la ponen como la mejor de las tres novelas. Si tienen el mismo acierto que con Mantícora, Robertson Davies me proporcionará un placer como lector sin precedentes. Al menos eso espero, porque a estas alturas de la vida tengo asumido de sobras que sobre gustos no hay nada escrito.
1 comentario:
Hola, estoy terminando "el quinto en discordia" y me esta fascinando.
Pero me dicen que "manticora" no es tan bueno.
Que pena.
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